miércoles, 19 de mayo de 2010

EDUCACIÓN 2020

SE ACABÓ EL RECREO


EDUCACIÓN, EL PRIMER PROYECTO PAÍS AL ININCIO DEL TERCER CENTENARIO

INTRODUCCIÓN

Este documento propone una revolución en la calidad y equidad de la educación en Chile. Se trata del primer proyecto país que todos los chilenos, independientemente de nuestras inclinaciones políticas, actividad y condición socioeconómica, debemos llevar adelante al comenzar el tercer centenario de nuestra Nación.

Proponemos que la década 2010-2020 sea la década de la educación. Para lograrlo es indispensable y urgente iniciar el camino de inmediato, concretando en el 2009-2010 una “agenda corta”, que constituye la ruta crítica, referida a asuntos que no pueden esperar ni un día más. Cada mes que se retrasen en su inicio, significa un mes más de atraso en el desarrollo educativo de varias generaciones de niños y jóvenes.

No estamos partiendo de cero. De hecho, a excepción de Cuba, Chile tiene -comparado con nuestros vecinos latinoamericanos- uno de los mejores rendimientos en las pruebas internacionales de educación[1]. De igual manera, en las últimas décadas, se han logrado aumentos significativos en la cobertura a todo nivel. En promedio, las remuneraciones de los docentes, comparadas con las que tenían hace 15 años, se han duplicado, y de hecho, en relación a nuestro PIB per cápita, no son significativamente diferentes de las de países avanzados, aunque son significativamente más bajas a las de otras profesiones.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y avances[2], la reforma educativa no ha dado los frutos esperados en calidad ni equidad. Uno de los problemas esenciales estriba en que la inequidad de Chile es enorme, muchísimo mayor que la de países avanzados, en materia geográfica, de género, ingresos, distribución salarial entre distintas profesiones, años de escolaridad, y también en rendimiento educativo de nuestros escolares. Asimismo, el nivel de Chile en las pruebas internacionales de educación como TIMSS o PISA está muy por debajo de los resultados de países avanzados, y la inequidad interna en los resultados, también.

Una diferencia de 136 puntos en TIMSS o PISA, o una diferencia en SIMCE de 13 puntos[3], dice poco a muchos ciudadanos. Sin sacralizar las pruebas estandarizadas de medición, siempre perfectibles, estas diferencias señalan la distancia que nos separa de un país educativamente más equitativo, que pueda competir y crecer en un mundo globalizado, y desarrollar mejor sus valores ciudadanos, de solidaridad, confianza, democracia, rigor y respeto por los derechos de los demás.

Para ver con realismo y crudeza el abismo que nos separa de los países avanzados, es indispensable conocer algunos datos que resultan elocuentes...


El 6% de los alumnos chilenos con más recursos no supera el promedio general internacional[4], y 2 de cada 5 escolares terminan 4º básico sin comprender lo que leen[5]. No estamos mejorando en equidad, sino empeorando: la brecha entre el 20% de peor y mejor resultado del SIMCE se incrementó en 13 puntos en Lenguaje y 16 en Matemáticas entre 1999 y el 2006. Esto, sin duda, aumentó la inequidad educativa[6].

En lo que se refiere a la formación de profesores, hay problemas en distintos niveles: el 40% de los alumnos que ingresa a estudiar pedagogía no puede extraer conclusiones de un texto simple[7]. Cuando se transforman en profesores, siguen sin poder hacerlo

¿Puede un país con esta realidad educativa enfrentar con optimismo, esperanza y orgullo su tercer centenario? El sentido común dice que no. Todos los informes internacionales sobre Chile han venido reafirmando esto por décadas.

¿Cómo hemos llegado a esta situación, en un país que ha mostrado avances notables en muchos aspectos? Hay quienes opinan que se debe al modelo económico. Hay quienes culpan a los profesores. Unos culpan al mercado, otros al Estado. La verdad es que se trata de un tema altamente susceptible a las diferencias ideológicas y que requiere de soluciones ambiciosas que se postergan sistemáticamente, porque en educación los resultados se materializan en el largo plazo, mientras sus costos políticos y financieros son siempre de corto plazo.

En medio de las disputas ideológicas, hay medidas evidentes, indispensables en cualquier escenario, que han sido propuestas una y otra vez por expertos nacionales e internacionales, que se aplican en otros países y que pueden tener resultados ciertos.

Estamos plenamente conscientes de que la enorme inequidad en Chile hace muy improbable que un niño de una población marginal pueda aspirar a las mismas oportunidades educativas y laborales que un niño de barrio acomodado. Estamos también conscientes de que hay discusiones no resueltas en relación con el carácter público o privado de la educación, la institucionalidad educativa, o la selección de alumnos en escuelas y universidades. Nuestra impresión es que la probabilidad de que ellas se resuelvan en los próximos años es baja.

Nada de esto justifica que no hagamos -todos juntos- lo posible y lo imposible por otorgar una mayor igualdad de oportunidades a nuestros niños y jóvenes, modificando las condiciones actuales que se dan al interior de la escuela, para ofrecer a cada uno la mejor educación posible, sin importar origen y condición social. La evidencia es clara: una muy buena escuela es capaz de corregir en buena medida las desigualdades de origen que traen sus estudiantes[8].

La propuesta que hacemos es factible, siempre y cuando las distintas fuerzas políticas del país, así como el gremio docente y la sociedad toda, acepten un pacto de largo plazo, de aquí al 2020, para concretar estas medidas, independientemente de proseguir la discusión respecto a temas como los arriba mencionados.

Estas propuestas no son nuevas, como ya lo dijimos. De hecho, como resultado del impetuoso movimiento estudiantil del 2006, expresión clara de desencanto ciudadano por esta situación, se formó una Comisión Asesora Presidencial, que logró importantes acuerdos y recomendaciones sobre muchos aspectos que aún no se materializan. No es entonces de extrañar que varias de las medidas aquí formuladas se asemejen a aquellas que son fruto del trabajo de dicha Comisión.

La novedad mayor radica en dos aspectos: primero, el carácter sistémico y simultáneo del paquete de propuestas que debe concordarse como pacto nacional de largo plazo y, segundo, el apoyo ciudadano que está suscitando esta revolución sobre la calidad y equidad de la educación chilena.

Resulta indispensable que estas propuestas se adopten de manera integral. La calidad de la educación no se resolverá aumentando los recursos pero manteniendo la formación pedagógica y la Carrera Docente en el estado actual.

Reformular la Carrera Docente sin aumentar los incentivos y la rigurosidad de las evaluaciones será también un ejercicio ritual. Mientras dicha Carrera no sea verdaderamente prestigiosa, bien remunerada y de mayor calidad formativa, habrá escasos alumnos de excelencia egresados de enseñanza Media dispuestos a ingresar a esta carrera y, si lo hacen, terminarán retirándose en plazos breves, debido a sus condiciones salariales, la dura realidad de las escuelas vulnerables y el deficiente liderazgo y carencia de atribuciones de sus directivos. Aumentar la subvención diferenciada sin buenos directores no resuelve nada. En suma, si se intenta legislar o presupuestar estos temas por separado, siempre habrá suficientes objeciones para frenarlos. Cabe destacar, además, que los planteamientos que estamos haciendo abarcan la crítica educación preescolar, la Básica y la Media.

Las propuestas, como señalan nuestros planteamientos iniciales, están agrupadas en torno a 4 pilares fundamentales a) Profesores de excelencia, b) Directores de nivel internacional, c) Condiciones adecuadas para las aulas vulnerables, d) Apoderados informados y participativos. Estos cuatro pilares sólo pueden sustentarse en un sólido financiamiento público que resulta imprescindible para la materialización del conjunto de las propuestas.

A fin de indicar la dimensión del esfuerzo requerido, este documento expande y detalla de manera somera, pero no por ello menos concreta, cada una las propuestas, incluyendo órdenes de magnitud y secuencia de los recursos que se requieren.

Inevitablemente, las reformas planteadas representan un incremento significativo de financiamiento público, una inversión crucial que, por cierto, no podrá provenir de la dotación normal de recursos fiscales. Los problemas centrales de educación no se resolverán realizando solamente las reformas indispensables a la eficiencia del sistema educativo. Es simplemente imposible resolverlos con 55 mil pesos mensuales por niño vulnerable.

Estas reformas requieren que Chile se meta la mano al bolsillo para proveer una verdadera igualdad de oportunidades a los niños chilenos, y alcanzar el anhelado desarrollo del país.

Conscientes de la grave crisis financiera internacional, de inevitables e inciertas repercusiones a nivel nacional, proyectamos que el grueso del gasto adicional necesario comience a materializarse a partir del 4º o 5º año desde el inicio del proceso, que ojala fuera hoy mismo.

La segunda novedad de estas propuestas es el apoyo ciudadano que despertaron. Más de 33 mil personas han expresado hasta ahora su apoyo formal a los planteamientos de Educación 2020, inscribiéndose -con su nombre y RUT- en nuestro sitio www.educacion2020.cl. Aproximadamente 5 mil de los adherentes son profesores y educadores de párvulos. Paralelamente, otras 60 mil personas se han sumado a través de distintos sitios web sociales como Facebook. Muchos son los líderes de opinión, académicos y representantes de todos los colores políticos que las están apoyando.

Las autoridades políticas, a través de la iniciativa ejecutiva y la negociación legislativa, son los encargados de materializar estas propuestas y establecer con precisión los recursos financieros necesarios. El pacto político nacional de largo plazo que proponemos otorgará el respaldo necesario a estas acciones.

Hacemos un llamado a leer las propuestas de Educación 2020 de manera constructiva. Si bien estamos plenamente convencidos de su validez, no pretendemos ser los poseedores de la verdad, y estamos abiertos a su discusión y perfeccionamiento. Confiamos en que este llamado sirva para deponer nuestros prejuicios y desconfianzas, y avanzar desde la discusión a la acción inmediata.

Exigimos de parte de las autoridades políticas del país -presentes y futuras- la atención, estudio y respuesta a nuestros planteamientos y las convocamos a firmar un pacto nacional para impulsar reformas concretas en el período 2009-2020. De igual manera, exigimos del Poder Ejecutivo una respuesta a los planteamientos de nuestra Agenda Corta de propuestas específicas y urgentes para el 2009-2010.

El futuro de los niños chilenos, y por ende del país, depende de la capacidad de todos para generar consensos de largo plazo y tomar decisiones inmediatas para avanzar en esa dirección.



[1] Ver, por ejemplo, “Los aprendizajes de los estudiantes de América Latina y el Caribe”, Reporte de resultados del SERCE; LLECE-UNESCO, 2008.

[2] Un listado de las reformas puede verse en “Liderazgo Directivo, asignatura pendiente de la reforma educacional chilena”, de José Weinstein, 2008.

[3] Ver resultados de pruebas estandarizadas nacionales e internacionales TIMSS y PISA en las que ha participado Chile, en www.simce.clw.simce.

[4] Según resultados TIMSS 1999.

[5] Juan Eduardo García-Huidobro, en revista Mensaje julio 2008.

[6] Juan Pablo Valenzuela, Programa de Investigación en Educación de la U. de Chile, en La Tercera 08 junio 2008.

[7] “Desarrollo de habilidades básicas en Lenguaje y Matemáticas en egresados de pedagogía. Un estudio comparativo”, CSE, 2007 (www.cse.cl).

[8] Ver, por ejemplo, “La Investigación sobre Eficacia Escolar en Iberoamérica. Revisión Internacional sobre Estado del Arte”, F.J. Murillo, 2003; también, “Informe de Capital Humano en Chile”, J.J. Brunner y G. Elacqua, 2003; y la extensa literatura sobre eficacia escolar o escuelas efectivas.

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